Según un informe de The Economist, en los primeros nueve meses de 2021, la industria de las criptomonedas gastó 5 millones de dólares en actividades de lobby ante el Senado de los Estados Unidos, la mitad de los cuales se gastaron solo en el tercer trimestre del año, lo que supone cuatro veces la cantidad gastada en el mismo periodo del año anterior.

Coinbase fue uno de los mayores partidarios de la causa, gastando 625.000 dólares en el tercer trimestre. El bloque de Jack Dorsey, antes conocido como Square, ha gastado más de 1,7 millones de dólares en actividades de presión política desde abril del año pasado.

Estos esfuerzos tampoco han sido en vano.

El miércoles, los principales ejecutivos de Coinbase, Circle, FTX Exchange y otras tres empresas líderes de la industria comparecieron recientemente ante los miembros del Congreso para defender la creciente importancia de las criptomonedas y su debida regulación en una audiencia de cinco horas.

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Algunos en Washington están incluso comenzando a invertir en criptomonedas. Cynthia Lummis, senadora de Wyoming, tiene entre 100.000 y 250.000 dólares en Bitcoin. Al menos otros cuatro republicanos también tienen inversiones en cripto.

Esta adopción de las criptomonedas puede indicar un cambio de opinión en Washington, pero las regulaciones de línea dura pintan un panorama muy diferente.

El mes pasado, Joe Biden aprobó un proyecto de ley de infraestructura de 1,2 billones de dólares que incorpora los servicios de custodia de cripto como Coinbase y Binance US en la definición legislativa de un "corredor", lo que significa que estas empresas pronto tendrán que proporcionar al gobierno federal los formularios 1099 que enumeran los nombres y direcciones de todos los que realizan transacciones en cripto.

Criptomonedas: ley y orden mundial

En comparación con Estados Unidos, otros países han adoptado una línea mucho más dura en lo que respecta a la regulación de las criptomonedas, y algunos incluso han llegado a prohibirlas directamente.

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Los reguladores indios, por ejemplo, han tenido una relación bastante mercurial con la industria.

Ya en 2018, el Banco de la Reserva de la India (RBI) emitió una prohibición a los bancos que trataban con criptomonedas. Sin embargo, fue revocada en marzo de este año por el tribunal supremo del país, pero el RBI insistió en que seguía siendo enfáticamente anti cripto.

En abril, el banco central de Turquía también prohibió los pagos con criptomonedas, a pesar de que el país es uno de los que más utiliza las criptomonedas per cápita en el mundo.

En mayo, tres empresas de pagos en China reiteraron su apoyo a la prohibición del banco central de 2017 sobre las instituciones financieras que realizan transacciones en cripto. Y en el verano, China comenzó una dura represión de las operaciones de minería de criptomonedas en sus fronteras.

Sin embargo, dado el hecho de que el nuevo gobierno de coalición de Alemania espera que las criptomonedas sean fundamentales para el desarrollo tecnológico y económico del país, y dado también que la UE está elaborando ahora marcos reguladores para las criptomonedas, parece que los superestados occidentales gemelos de EE.UU. y la UE adoptarán actitudes relativamente laxas hacia las criptomonedas.

Todo ese cabildeo debe estar funcionando.

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