Los líderes del G7 están formalizando su compromiso en la lucha contra el ransomware, un tipo de software malicioso capaz de congelar una red hasta que se pague un rescate.
Los recientes ataques de gran repercusión contra Colonial Pipeline y la empresa de suministro de carne JBS han paralizado importantes infraestructuras en Estados Unidos, interrumpiendo las cadenas de suministro y haciendo subir el precio del gas y la carne. Ambas empresas se vieron obligadas a pagar rescates en Bitcoin.
Un comunicado de prensa de la Casa Blanca caracteriza el aumento de las "intrusiones cibernéticas" a través de ransomware como una "amenaza compartida creciente" para las naciones del G7.
"Las empresas criminales transnacionales aprovechan la infraestructura, la moneda virtual y las redes de blanqueo de dinero, y se dirigen a víctimas de todo el mundo, a menudo operando desde lugares geográficos que ofrecen un entorno permisivo para llevar a cabo tales actividades cibernéticas maliciosas", dice el documento.
Lo más probable es que se trate de una referencia a Rusia, donde se sospecha que tienen su base muchas bandas de ransomware (incluidas DarkSide y REvil, los grupos que están detrás de los ataques de Colonial y JBS).
El presidente Biden, ante la presión de los legisladores, se reunirá con el presidente ruso Vladimir Putin a finales de esta semana; Putin ha negado hasta ahora que Rusia tenga responsabilidad alguna en los ataques de ransomware.
Chainalysis, una empresa de datos y análisis de cadenas de bloques, estima que la cantidad de criptomonedas robadas en ataques de ransomware creció un 311% el año pasado. En los primeros cuatro meses y medio de este año, el ransomware fue responsable de al menos 81 millones de dólares en fondos robados en todo el mundo.
Esa es la estimación conservadora de la empresa: Chainalysis dice que espera que la cifra aumente a medida que se descubran nuevos delitos ocurridos en el pasado.