El Fondo Monetario Internacional (FMI) destacó algunos problemas potenciales en torno a un enfoque de proof-of-stake (PoS) para la infraestructura de blockchain como parte de un documento reciente, haciendo sugerencias para un marco regulatorio que podría limitar los riesgos globales de los activos digitales.

PoS es una alternativa al mecanismo de consenso proof-of-work (PoW), que utiliza Bitcoin y la antigua versión pre-fusión de Ethereum.

En lugar de dedicar recursos de hardware para asegurar la red, como en el caso de PoW, los "validadores" de PoS bloquean la criptomoneda nativa de la red para validar las transacciones en la blockchain.

El documento mencionaba cómo el PoS "podría crear una concentración excesiva de poder de decisión en las plataformas de intercambio de criptomonedas y los proveedores de servicios de monederos, lo que podría aumentar los riesgos de integridad del mercado" a pesar del potencial ahorro de energía. También destacaba cómo la minería PoW requiere una cantidad significativa de energía, lo que podría contrarrestar el "objetivo global de transición a una economía baja en emisiones de carbono".

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En cuanto a la regulación de la tecnología en general, el documento dijo que los reguladores deben adoptar un "enfoque neutral de la tecnología", pero también deben "considerar las implicaciones regulatorias de las diferentes formas de tecnología", ya que "ciertos tipos de mecanismos de consenso que sustentan las cadenas de bloques pueden generar intrínsecamente fricciones con objetivos y mandatos políticos más amplios", diciendo que un "enfoque neutral de la tecnología puede no ser sostenible en el futuro."

El FMI, el FSB y las criptomonedas

El informe también hizo una serie de otras recomendaciones, incluyendo un llamamiento al Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) para dar un paso adelante, diciendo que está "bien situado para tomar la iniciativa en la coordinación y el establecimiento de normas mundiales para apoyar la regulación nacional de los criptoactivos."

El FSB se creó en 2009, inmediatamente después de la crisis crediticia de 2008.

Con sede en Basilea (Suiza), la organización supervisa y hace recomendaciones sobre el sistema financiero mundial, y ha sido descrita como "un cuarto pilar" de la gobernanza económica mundial junto al Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.

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El informe continuó diciendo que los "riesgos de estabilidad financiera de los criptoactivos pueden no ser todavía sistémicos a nivel mundial, pero las crecientes implicaciones sistémicas ya se pueden ver en algunos países", e identificó un aumento significativo en la correlación entre los criptoactivos y los activos financieros durante los períodos de estrés del mercado, a partir de su propia investigación.

Entre las medidas clave que se describen en el documento se incluye la de garantizar que "las entidades centralizadas clave que desempeñan funciones básicas tengan licencia y autorización" y que las autoridades podrían considerar los riesgos en torno a "la volatilidad, el conocimiento del mercado, el conocimiento y la comprensión del producto y la forma en que se utilizan los criptoactivos".

A lo largo del documento, el FMI hizo hincapié en la importancia de la colaboración internacional, diciendo que las "dimensiones intersectoriales y transfronterizas de los criptoactivos hacen que la coordinación y la cooperación nacional e internacional sean clave", más que "en el caso de muchas actividades financieras tradicionales."

Sin este enfoque vinculado a la regulación, podría haber un riesgo potencial de "una carrera hacia el fondo por parte de los reguladores y los responsables políticos" y también de que haya medios limitados para abordar el "arbitraje regulatorio por parte de las entidades financieras", según el informe del FMI.

Sin embargo, el FMI fue claro al afirmar que "la regulación no debe considerarse como un freno a la innovación, sino como una forma de generar confianza".

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