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En una medida que podría tener repercusiones en las comunidades de arte y de inteligencia artificial en todo el mundo, Japón ha declarado que el uso de conjuntos de datos para entrenar modelos de IA no viola la ley de derechos de autor. Esta decisión significa que los entrenadores de modelos pueden recopilar datos de acceso público sin tener que pedir una licencia o permiso de los propietarios de los datos.
"Hicimos preguntas sobre la IA generativa desde dos perspectivas: la protección de los derechos de autor y la utilización en entornos educativos", dijo Takashi Kii, miembro de la Cámara de Representantes del Partido Democrático Constitucional de Japón, durante una reunión del Comité de Supervisión Financiera de Japón. "En Japón, las obras para el análisis de información se pueden utilizar independientemente del método, ya sea con fines sin fines de lucro, con fines de lucro, para actos que no sean la reproducción o para contenido obtenido de sitios ilegales".
Kii reconoció que "el hecho de que se pueda utilizar incluso cuando va en contra de la voluntad del titular de los derechos de autor es problemático desde el punto de vista de la protección de los derechos", sugiriendo la necesidad de "nuevas regulaciones para proteger a los titulares de los derechos de autor".
Mientras la pintura digital se seca en esta declaración revolucionaria, la comunidad artística está en pleno debate renovado. ¿El campo de batalla? El lugar que la IA tiene en el ámbito del arte y las repercusiones legales de su uso.
Un grupo de creadores argumenta que el arte de IA constituye una violación de los derechos de autor ya que requiere entrenamiento en datos —ya sean imágenes, escritos, fotos o información— creados por otros. Se mantienen firmes en su creencia de que esta práctica roza la imitación, infringiendo los derechos de autor de los creadores originales.
Sin embargo, otra facción de artistas está en desacuerdo vehementemente. Afirman que el arte de IA no viola los derechos de autor, porque cada pieza de IA es única y porque es imposible replicar perfectamente una obra original. Aseguran que los estilos no pueden ser protegidos por derechos de autor y establecen paralelismos con los artistas que se inspiran en el trabajo de otros, que es precisamente lo que hace la IA. También argumentan que la información recopilada por los entrenadores de IA fue publicada por los creadores para que el público la vea, disfrute y analice —y para inspirar a otros artistas.
El arte de IA, afirman, requiere un cuidadoso proceso de ingeniería de prompt y ediciones manuales que requieren habilidades técnicas y conocimientos artísticos.
La declaración de Japón ha sentado un precedente. El país ha dado efectivamente a los artistas de IA un lienzo en blanco, alentando su exploración creativa sin la sombra del derecho de autor acechando sobre sus pinceles virtuales. La idea, sugiere el medio enfocado en IA Technomancer, es abrir la posibilidad para que Japón use la literatura occidental para el entrenamiento de IA a cambio de abrir su vasta gama de arte para que los occidentales la usen.
Mientras el debate continúa, no hay una convención global para resolver el problema. Pero el arte, ya sea generado por IA o creado por humanos, se trata de empujar límites y explorar nuevas fronteras. La imitación puede ser la forma más sincera de adulación, pero la innovación es la forma más verdadera de arte.
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