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La Policía Federal de Brasil ha desmantelado un grupo que operaba un esquema fraudulento de criptomonedas que consiguió hacerse con al menos 1500 millones de Reais Brasileros (cerca de 300 millones de dólares americanos).
Tras casi 3 años de investigación, las autoridades pudieron reunir suficiente evidencia para detener a Cláudio Oliveira, mejor conocido como “El Rey del Bitcoin” quien fungía como presidente del Grupo Bitcoin Banco, un popular grupo de negocios que se hizo famoso durante el boom de las criptomonedas prometiendo —como siempre— ganancias extraordinarias para quienes les confiaran sus fondos.
A finales de 2019, el Grupo Bitcoin Banco reportó la desaparición de 7000 Bitcoins y aplicó para un pedido de recuperación judicial —un periodo especial acordado por las autoridades brasileras en el que la empresa goza de ciertos beneficios a cambio de llevar a cabo una reorganización económica y administrativa para pagar sus acreencias y evitar la quiebra.
Sin embargo, la empresa continuó prestando sus servicios de manera normal y sin explicar las razones detrás de la desaparición de tokens. En vez de responder a las autoridades, presentaron una actualización de su plataforma, asegurando que los tokens se encontraban en dicha versión. De acuerdo con un abogado representante de las víctimas habían inconsistencias entre los montos y la empresa nunca entregó los datos de las wallets que contenían supuestamente los Bitcoin desaparecidos.
Mientras todo esto ocurría, la Policía Federal había armado una fuerza de trabajo para investigar al Grupo Bitcoin Banco. La “Operación Daemon” llegó a la conclusión de que los fondos de los clientes del grupo investigado eran irregularmente desviados a las cuentas personales del presidente del grupo.
Levantaron cargos de blanqueo de capitales, fraude, organización criminal y delitos contra la economía popular y el sistema financiero nacional en contra del Grupo Bitcoin Banco, y consiguieron finalmente detener a su mente maestra.
Además de la detención, la PF confiscó varios bienes propiedad de Oliveira, entre los que destacan autos de lujo, grandes cantidades de dinero en efectivo, y wallets físicas de criptomonedas.
La comunicación entre la Policía Federal y los órganos de inteligencia en el exterior pudieron determinar que Oliveira había cometido crímenes similares en el pasado. Ya tenía investigaciones en Estados Unidos y otros países de Europa
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