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Aquí va una noticia de Venezuela para los amantes de la coordinación en políticas públicas.
A menos de dos semanas de que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro anunciara una moneda digital sorpresa reiterando el interés del poder ejecutivo de disminuir la dependencia del ya escaso dinero en efectivo, el Banco Central de Venezuela ha anunciado una nueva emisión masiva de billetes, con tres nuevos diseños.
Ahora, los venezolanos contarán con billetes de 200.000 bolívares, 500.000 bolívares y 1 millón de bolívares, las cuales comenzarán a circular a partir del próximo lunes 8 de marzo.
La idea parece ser la misma de siempre, ajustar el cono monetario a los valores por inflación que reinan el país y que han llevado a los billetes de máxima denominación a representar valores de pocos centavos.
Pero es difícil augurar un resultado positivo si se toma en cuenta que 200.000 bolívares son cerca de 0.1 centavos de dólar y 1 millón de bolívares no llega a los $0.5. Las cosas se tornan aún más sombrías cuando el salario mínimo de un venezolano se puede pagar con dos billetes nuevos, pero ni siquiera alcanza para pagar un mes de transporte público en el Metro de Caracas.
La inflación rampante es uno de los principales problemas a los que se enfrenta la economía venezolana. Algunos consideran que la emisión de billetes es un caso perdido, y el país debería dolarizarse completamente para parar la locura.
Uno de los defensores de esta tesis es el Profesor Steve Hanke, quien en un comentario sobre un artículo de Decrypt aseguró que la colaboración del Estado con startups de criptomonedas que facilitan la exposición al dólar estadounidense puede ser una forma de eliminar la inflación:
Pero Hanke parece olvidar que precisamente los Estados Unidos son los principales artífices de una política de sanciones económicas que no solo impiden al Estado venezolano mantener un comercio en dólares con el resto de países del mundo, sino que impiden que los venezolanos puedan acceder a servicios financieros en dólares.
Producto de estas sanciones, empresas como Transferwise, Payoneer, Paxful, Xapo, y otros prestadores de servicios financieros con sede en Estados Unidos han decidido dejar de ofrecer sus servicios a los venezolanos.
En un debate, Asdrúbal Oliveros, argumentó que la dolarización podría ser un problema para Venezuela, dadas sus condiciones geopolíticas. “(Venezuela quedaría) a merced de los vaivenes de la dinámica internacional. Más en una economía petrolera como la venezolana”, dijo Oliveros a El Diario Libre, asegurando que se corre el riesgo de que toda la actividad política y económica del país quede “atada a las prioridades de política que asuma EE UU.”
Entonces, si tanto las políticas nacionales como las internacionales parecen ir en contra del progreso de Venezuela, ¿podría ayudar una moneda no controlada por los gobiernos?
Algunos parecen creer que sí. Y de hecho, Bitcoin ha servido como una válvula de escape para permitir algunos servicios como remesas, y compras internacionales por parte del pueblo venezolano.
De acuerdo con un estudio de Chainalysis, Venezuela es el tercer país con mayor adopción de criptomonedas en el mundo. Las cifras reportan que el país es también líder mundial en términos de volumen de operaciones, y constantemente se ha estudiado el caso de Venezuela como potencial para estimular el uso de criptomonedas.
Y los mandatarios venezolanos parece que quieren aprovechar esta situación para ganar el juego geopolítico. Un decreto constituyente estipula que el Estado protegerá y promoverá el uso de criptomonedas como mecanismos de pago completamente legales, y esto incluye no solo al Petro sino al resto de tokens que circulan en el vasto mundo cripto.
Por lo que no parece haber una respuesta absoluta para resolver el problema venezolano. Pero de algo no hay duda: Por mucho que quieran ir hacia una digitalización de la economía, y convertirse en una “Cripto-Nación”, muchas fuerzas políticas dentro del país, todavía no quieren desprenderse de la tentación de imprimir dinero.
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